Humano
Belleza, pequeña traviesa,
coqueta ¿Cómo es que te percibo?
Oh lindo lucero,
Oh calma del alma.
Remanso el sol,
y esos deliciosos pastos verdes,
y la sábana azul del cielo,
sutiles los aromas,
a vainilla, sándalo y bergamota;
Lirios fijos,
Blancas peonias.
Una montaña alta y nívea,
Un río prístino que corre,
Una música celestial y envolvente, de un pequeño grillo y el vaivén aéreo,
Compás de las hojas al caer.
Y el portento fluye,
Las creaciones son asombro,
Mirad la construcción.
Suaves manos,
Mente activa,
Corres veloz idea.
Edificio perfecto,
Templo de agujas estéticas,
Casa cómoda,
Chalet,
Avenida,
Autopista,
Y esa escultura sublime,
Y aún tu pequeña manualidad,
Con tantos recovecos y
piezas puestas aquí y allá.
He mirado tus ojos cristalinos,
De un plumazo he leído tu alma y
entendido tus pensamientos,
Has vivido mucho y
¡Tantas cosas!
Anda, tomate otro capuchino, yo invito;
Has ordenado además un bagel de salmón, queso crema e hinojo, dos magdalenas y un croissant,
Los engulles precipitadamente, más sí los saboreas,
Has levantado el rostro levemente;
Bueno, pero yo te sonrío.
Compendio de emociones,
Sí, sientes mucho,
Piensas, pum pum,
Exteriorizas mucho,
Tu pequeño cofre se encuentra arriba,
¿Qué más quieres?
Sino vivir,
Como esa planta petrificada y
La hormiguita que ahí mira anda,
Pero tengo anhelos respondes,
Que son nebulosos,
A veces olvido mis prioridades...
¿Sabes que los animales tienen tertulias?
Y de cuanto desearían comer los alimentos sin esperar que un águila les coja,
Cierto, que vives en una jungla,
Que tu mente loca le da mucha vida.
Eres un ser que entiende,
Oh organismo sapiencial,
Ente, de inmediata idea.
Para ti tengo los pañuelos,
De ti comprendo tu complejidad,
Sistema rico en células eucariotas,
Te aprecio.
Tu quehacer rutinario es preguntarte sobre el bien,
El centro de tu vida es la moral,
Aunque lo dudes,
Y la discordia de tus vecinos.
Quieres el bien,
Tu bien,
Un deseo legitimado por el Universo,
Esencial,
Inherente,
Celestial y
Propio de lo que vive;
No eres peor que esa araña en la pared,
Si te acercas te pica y
si puede come antes que tú.
¿Acaso es tu culpa ser tan inteligente?
Vas veloz en tu carrera y a veces le ganas a la vida y otras te rezagas a pasos,
Y allí está esa carretera que todos transitan,
Unos del lado con más piedras,
Que hasta veces tienen fuego y ellos que van descalzos,
Tus retos no son los mismos que los demás seres terrestres,
Porque comprendes, es decir,
Abarcas,
Adjetivas,
Porque vamos ves lo invisible,
Y conoces la dignidad;
Te diré un secreto,
Tu dignidad es tu mayor bien,
Lo que inconscientemente más valoras.
A veces muerdes,
A ese tu igual, con los dientes bien afilados,
Pero es que eres un obnubilado,
Te sientes ofendido,
O la vida caprichosa te ha hecho existir en una ofensa permanente,
¿Cuando se ha visto que quien ama y es amado frunza el ceño y prepare las garras?
Esta vida es golpeadora,
Pobre de ti homúnculo abandonado,
Desesperado,
Aguza tu vista,
Que se te pierde del paisaje,
Que hay mucha felicidad en los zafiros ocultos;
En esa piedrecitas escondidas del amor, la paciencia y la generosidad.
Hombre, no olvides al hombre,
Las almas más piadosas le valoraron,
Como un Kant,
Porque aunque viven en una competencia,
Ese ser extraño es uno que va a sobrevivir por su inteligencia,
¡Me has tomado por sorpresa y me has dado un puntapié!
Rió ante mi caída por ti animalillo,
Sigue y sobrevive,
Pues quieres vivir,
Aunque lo haces tontamente,
Pero cuantos aquí, no deseamos respirar.
Tu arma de doble filo, el prejuicio.