Tus manos hialinas,
son la sombra de un imán,
una llaga pétrida que
vaticina una hemorragia.
Eres un látigo de hierro odorífero,
un poema tóxico,
un maná con nombres y apellido.
Y cae de canto mi voluntad,
soy un títere del sentimiento,
por qué el sentimiento?
Se posa mi alma en tus ojos,
en tu barba castaña,
en tu acento uruguayo.
Me precipito al gehena y
estoy sentenciada,
en un condena suave,
mortífera, sigilosa, vesánica.
Plaga de mi mente,
vacías mis sentidos,
estoy en el otro,
tránsfuga de mi cuerpo.
Y era un mito turbio,
y lo es hasta que se vive,
el fuste de Salmácide,
en el viaje a Caria está el pénsil,
la jea, el dolor,
el tósigo me lleva al paroxismo,
retiemblo, y temo,
por tí, por mí, por tí.
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